Porque me rescataste de mi misma,
cuando me ahogaba irremediablemente
en la desesperación y la agonía, apareciste.
Tocaba fondo, pero aferrada a ti floté fortalecida.
Porque me viste, dejé de ser invisible
y no tuve que forzar ni una sonrisa.
Me reflejaba yo misma en tu mirada,
desnuda de complejos e irresistible.
Porque me escuchaste, me devolviste a la vida
y contigo descubrí lo mucho que valía.
Quizá por importante, me importé a mi misma.
Porque ignoras tal vez lo que significa tu presencia,
y por tu desinteresada afición a mi existencia.
Por el deseo que contienes y el amor que entierras.
Por todo, creo en ti y te convierto en dios,
En mi única y más pragmática religión.
Te adoro y profeso infinita y eterna devoción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario