¿Por qué escribimos? . ¿Cuántas veces nos formularemos esa
pregunta los escritores? . ¿Acaso se pregunta un cirujano por qué opera? , ¿el bombero por qué apaga fuegos?
o ¿el empresario por qué montó su compañía? . ¿Por qué el escritor cuestiona
constantemente su trabajo?
Ayer me contaron que una mujer de un pueblo aficionada a la
escritura defendía que: “para
escribir uno tiene que ser feliz y estar en paz” . Gómez de la Serna sin
embargo creía que: “Para escribir tienes que estar un poco moribundo”. Yo soy a
veces moribunda y a veces feliz, pero sólo escribo porque lo necesito.
Escribo porque si no lo hago me siento culpable. Necesito
mirar el mundo y contarlo, como necesito alimento o aire.
Aprendí a andar, aprendí a hablar y aprendí a escribir y llevo más de 31 años
haciendo las tres cosas. Sin embargo no ha sido hasta hace poco cuando me he
comprometido. Nada me va a desviar
de ese camino. Por primera vez me doy cuenta de que esto no es un afición, sino
mi esencia. Lo que tengo que hacer en la vida.
Quiero seguir mirando el mundo y contarlo. Descuartizarlo y
examinar cada pieza por separado. Ponerlas del revés. Extrañarme. Compararlas. Volverlas
a juntar. Acercármelas a la nariz. Explorar aspectos en la realidad
completamente vírgenes y conquistarlos con una nueva palabra.
Quiero seguir mirando el mundo y contándolo. Compartir mi
mirada, esa que sólo es mía y por tanto única y diferente del resto. Escribir lo
que yo tengo que escribir. Eso que está dentro de mi empujando por salir.
Quiero seguir mirando el mundo y contándotelo en este blog. Comunicápolis
recoge mis miradas en bruto. Las sensaciones y reflexiones que me provoca la
vida. La materia prima con la que luego escribo historias.
Voy a seguir mirando el mundo y contándotelo.
*** Quiero dedicar esta entrada a Simon Hunter por no dejarme desviarme otra vez de mi camino...
No hay comentarios:
Publicar un comentario