domingo, 14 de febrero de 2010

¿Por qué se esfuma el amor?

El fin de la pareja siempre comienza con la irrupción de una tercera persona: la rutina.

En tiempos de conquista uno da lo mejor de si mismo. Te exprimes un 200% para ganar al otro: Cedes, comprendes y encantas.

Se forma la pareja e irremediablemente con el tiempo se sentará entre los dos el monstruo del apalancamiento y correreis el riesgo de caer en sus brazos y relajaros. Depende de vosotros.

Sí dejas de sorprender al otro, sí das palabras por hecho que se quedan rebotando en tu mente, si dejas de hacer cosquillas o comienzas a llenar espacios con más gente porque sólos os aburrís... Sí dejas de tener temas de conversación y aparecen reproches dónde antes hubo risas y sí de pronto el uno deja de pensar en el otro. Sí ceder se convierte en una carga pesada de cemento en la espalda que luego lanzamos al otro a la primera de cambio. Entonces esa pareja camina en la cuerda floja.

La pareja deja de arder sí no se echa leña al fuego.

El nosotros se teje con un hilo de seda infinitesimal. Sí en lugar de acariciarte un día te estrangula, sí en lugar de ser flexible, impide tus movimientos. Se tensará un poco más con cada discusión y al final el monstruo morderá el hilo y se rompera. Ni más ni menos.

El amor debería ser un enamoramiento continuo.

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