sábado, 14 de noviembre de 2009

Las Manos

Hilanderas del Cosmos, sastres del Universo:
Hilos que cosen al sujeto con el objeto.
Los primeros roces unen patrones con alfileres
y luego, como agujas, van hilvanando retales
hasta confeccionar trajes con que cubrir abismos.
Arañas que tejen redes con que capturar respuestas.
Peines que cepillan y desenredan para alisar el terreno.
Arqueólogas, cazadoras y coleccionistas.
Iris de piel con mirada táctil que exprimen esencias.
Desabrochan los botones del mundo para intentar desnudarlo.
Le van quitando prendas todos los días, pero sus capas son infinitas.
Incapaces, nunca conseguirán desvestirlo del todo.
Exploradoras de nuevos lugares donde clavar banderas.
Científicas empíricas:
primero fue la chispa, luego la llama y después, la llaga.
Respuestas que se acarician, verdades que se tocan.
Cogen pedazos vitales y los guardan en bolsillos que te acompañan.
Se comen las cosas con diez dientes.
Dientes que muerden, mastican y tragan.
Extensión del objetivo focal con las que podemos tocar la imagen.
Ojos del ciego.
Organizadoras del caos:
Sólo existe aquello que tocan.
Se enlazan unas con otras y se convierten en salvavidas
que te permiten flotar a los miedos intangibles;
en andamios si se apoyan en el hombro amigo,
para apuntalar tabiques cuando la estructura tiembla.
Sicarios de deseos.
Cometen crímenes en terrenos corporales.
Cerillas que se rascan en la piel originando incendios de escalofríos.
Sacian la sed del placer, solitario o compartido.
Tocan teclas y suenan orgasmos.

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