Me diste la bofetada el día antes de nuestra escapada a Puerto Banus con un “lo siento, al final no puedo ir”. Caí del todo y tu mito se rompió en añicos.
Me quedé con esa suite con vistas al mar que nunca habría sido nuestra. Aunque hubieras venido, habría sido sólo mía, como lo nuestro siempre ha sido sólo mío.

No sé cuanto tiempo me quedé mirando al mar desde el jacuzzi de la azotea. Las olas rompían en la orilla y el agua volvía al mar una y otra vez. El azul era infinito entre el océano y el cielo y entonces lo vi de forma cristalina: no existes, yo te escribí y puedo borrarte.
Solté el lastre y volví a navegar de nuevo...
Enhorabuena por tu historia. Te deseamos mucha suerte. Gracias por participar!!!
ResponderEliminar@Guadalpin