domingo, 30 de agosto de 2015

La pajita

Érase una vez dos niñas hermanas que comparten sueños en el microclima de su habitación. Juegan a sus Nenuco y Nenuca, a las vecinas, a las amigas, a las niñas con poderes. Sólo juegan y sueñan desde que se despiertan hasta el final del día. Ríen, riñen, comparten, rompen, saltan, vuelan…

Una noche la mayor se despierta en mitad de la noche como si hubiera estado saltando encima de la cama durante horas. Así con la respiración cortada y un tambor en el pecho. Piensa que ha tenido un gran día, que como le gusta jugar con su hermanita que es un poco tonta a veces, pero mola. ¡Qué feliz es!  De repente nota algo raro en la tripita. No es un dolor de estar malita, es otra cosa. Es como si alguien le estuviera sorbiendo con una pajita.

- Shiiiii, shiiii hermana, despierta, despierta.... ¿Hermana?
- mmmmm ¿Qué te pica pesada?
- Oye... siempre vamos a seguir jugando a Nenuca y Nenuco ¿no?
- Claro que sí ¡que chorrada! ¿Para eso me despiertas?...
- Prométemelo….
- Te lo prometo, déjame dormir ya plasta… - y la tía se duerme del tirón, que suerte porque ella sigue sin conseguirlo con el ruído del tambor y la pajita. La pajita no se irá nunca.

Ya de mayor, mucho después de dejar de jugar, un día despertará a su primer amor con un prométemequemequerrássiempre  y se lo prometerán. Dará igual. Otra vez la pajita. Tampoco podrá dormir. Y así con todo después.

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