domingo, 28 de octubre de 2012

El alma de los creadores de palabras


¿Por qué algunos sentimos esa necesidad de vomitar palabras? ¿De qué estamos hechos los escritores? Nuestro cuerpo debe ser de piel onírica y dentro debe fluir algo en la sangre que la pone en ebullición. Hay cosas atrapadas dentro de nosotros que necesitamos liberar a través de letras. A veces nacen cuentos, otras poemas, y otras historias simplemente se incuban y nos asedian hasta que conseguimos arrancárnoslas. Puede que incluso llegue a salir una novela. ¿Qué es eso que absorbemos y cómo se nos clava?
Capturamos esas puntas del iceberg quizá con las redes de nuestros iris. La clave es nuestra mirada distinta. Vemos cosas que otros no ven o mejor dicho, las vemos de otra forma. No sólo miramos, sino que podemos sentir intensamente aquello que vemos. Y lo convertimos en una astilla que tragamos y tarde o temprano arderá hasta convertirse en cenizas de letras impresas.
Pero escribir a veces quema y salen yagas. Da un vértigo atroz. Porque para sacar la astilla tienes que elegir millones de cosas, que dejaran atrás otras. Miedo al folio en blanco y al proceso creativo.
Comenzamos a flotar cuando estamos creando y nos separamos del suelo demasiado. Y da miedo liberarse del todo. Pero hace poco me dijeron que lo que se escribe con las tripas es dónde se encuentra la literatura sublime. ¿Por qué intentamos controlarnos? ¿Qué tememos?
Es lo mismo. Los que estamos infectados de historias, los reos de las palabras, al final acabaremos flotando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario