El aquí y ahora sin ti
es tan sólo el vacío
del allí y entonces.
Doctor, creo que tengo un virus.
¡Enfermera! Otro gilipollas que viene con el ordenador.
¡Cuidado! Se están escapando los pájaros de tu falda. Siempre hay peligro con las faldas de vuelo.
Se desgastarán todas las vidas, las vidas con otros, sin ti y sin mi. Sin nosotros. Sólo nos quedará intacta la nuestra.
—¿Con que jugabas antes de la realidad virtual?
—Con cajas de cartón
—¡Que rollo!
—Y sueños
—¿Qué es eso?
Receta para cazar príncipes: enciérrate en una torre con dragón, duerme 100 años con enanos o pierde un zapato Swarovski.
Tan intensa como fugaz, tu estela me cegó. Ahora te anhelo inútil en la absurda oscuridad del resto de estrellas.
Descarga la app, cerebro en off. Instala su vida y reinicia. Con la memoria libre, comienza a navegar. Día 1.
La programación marital acabó con las rupturas. Significó sin embargo la extinción de las mariposas en el estómago.
Migas de bollo industrial caen sobre tu escritorio, caen con gravedad. Si no te mueves, no te llevarán de vuelta.
Querida hada, me he cansado de perdices. Que le den calabazas. Los zapatos de cristal también hacen rozadura.
Fricción. Chispa. Llamas. Ceniza. Y luego brasas... Invencibles brasas, fuegos fatuos en noches insomnes.
Entra en el vagón un Charles Chaplin. De pronto todos en blanco y negro, todos mudos. No hacen falta subtítulos.
Sísifo ya no te preguntas para qué. Vacías las bolsas de los contenedores. Sueltas la piedra a las 7.30. Mañana otra vez.
En un tejado dos amantes colonizaron Marte. Ya en otra galaxia lejana, uno de ellos añora esa vida en otro planeta.